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El Señor lo ha jurado
y no va a arrepentirse:
“Tú serás sacerdote para siempre,
como lo fue Melquisedec”.
El Señor está a tu derecha,
abate a los reyes el día de su ira;
juzga a las naciones,
las llena de cadáveres,
aplasta cabezas por toda la tierra.

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